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TETUMA-7

TETUMA-7

7. - La noche de los jueves siempre habían sido movidas. Los bares siempre con un buen ambiente. Pero al "Rubio" no le hacia falta licencia para divertirse, cualquier día era bueno. Aprovechándole dinero que había sacado con el porte, decidió ir a la Plaza Real. Después de dar varias vueltas por si veía a alguien conocido, recibió un mensaje en él moví  que decía: Rubio, soy TOM. Ven, estamos en el Glaciar. El glaciar era una cervecería que aguantaba el tirón del siglo XXI. Se respira un aire neohippie bastante abotargarte. Pero es un lugar de culto para los noctámbulos de Barcelona. En un local adjunto sirven bocadillos. Pero su terraza es la más cosmopolita de la noche. TOM había controlado un lugar preferente. Desde él, se divisaba todo el perímetro de la plaza. 

Era un vampiro de vitalidad el  pureta amigo de los niños. . El trapicheo reacio con pequeñas cantidades de hachas y cocaína, le ayudaban a continuar saliendo cada noche. Siempre andaba rodeado de gente joven. Ese DIA había quedado con dos chicas de medicina. Se las había presentado Eduardo, antiguo abogado enganchado a la coca, suele hacer las veces de camello.

Al llegar  el Rubio, Tom empezó a removerse los bolsillos. Le pregunto si llevaba papel de fumar, a lo que respondió afirmativamente. De su chaqueta saco un pedazo de resina de hachis. Con la otra mano, empezó a quemar un extremo hablándole al rubio al mismo tiempo.- Rubio telo explico, he quedado con dos universitarias que son unas guarras. El problema es entrarles, por las drogamos te preocupes que estamos servios. Para tener éxito, tenemos que actuar como si fuéramos de buen rollito. Lo que quieren esas dos es colocarse por la cara, y nosotros queremos darles por culo. Al acabar la frase, pasó su lengua a lo largo del papel de fumar. Arranco el papel que le sobraba, y de un rápido gesto prendió el canuto que se acababa de liar. El Rubio después de oír semejante historia solo dijo.- Esta bien pero pasa el canuto y note enrolles. Y vociferando al camarero dijo: efe, tráigase dos jarras de medio heladas, que tengo una sed que me muero. Echándose reír como un poseso. En medio del caos aparecieron las invitadas. Tom no había sido justo con ellas. Parecían dos chicas muy formalitas. Helena y Lidia, las dos eran estudiantes de medicina en la universidad de Barcelona. Unas niñas modositas de Lleida que querían vivir el lado salvaje de la vida lejos de su ciudad natal. Las presentaciones fueron cortas. El Rubio volvió a vociferar al camarero pidiendo dos cervezas más. Las manos de ambos hombres liaban canutos, mientras sus palabras solas saciaban la espera antes de colocar a las dos muchachas. Tom les propuso ir a "Casa Manolo", un bar a puerta cerrada, donde podrían tomarse unos fideitos. Las chicas se rieron de las palabras de Tom, a lo que el rubio les dijo que fideos eran rayas de cocaína o otra sustancia insnifable. Cosa que ambas aceptaron gustosas.

Casa Manolo era un bar pequeño situado en la zona arrabalera del Puerto. Había sido un bar de homosexuales en los años cincuenta y aún conservaba parte  de la decoración. Era regentado por un exmonje Hare Kisna que sé había enganchado a los chinos de caballo en un viaje a la India para meditar. Allí conoció a una rica heredera colgado por el maharabishu y por la heroína. La historia era rocambolesca. La mujer le pidió papel de aluminio de las pastitas al verla que tiraba el contenido y depositaba un polvo marrón sobre el papel de aluminio prendiéndolo y moviéndolo sin parar. En un momento determinado aspiraba el humo que desprendía el calentamiento de la sustancia. Sin darse cuenta estaba liado con la heredera de las patatas congeladas. Después de acabársele el papel de plata, recordó que tenia algún familiar en Barcelona. Abandono la orden y cambió de dirección. Había montado un pequeño supermercado y cazadero de drogas, eso sí, la heroína decía para los indios. Allí se colocaban con cualquier clase de droga y además, servían copas. Todo en la más perfecta intimidad, Era el lugar ideal para  seguir con la estratagema. Tom, después de saludar al dueño, los llevo hacia un reservado que había en un altillo sobre el local. El lugar venia ser un cuartucho con unos sofás de terciopelo vetusto y gastado, con forma de ”L”l que rodeaba una mesa de madera con un cristal que la protegía. El conjunto se completaba con unas sillas a juego con el tapizado.  Después de acomodarse en la mesa, saco una bolsita llena de polvo blanco.- Quién quiere una rayita?. Todos contestaron afirmativamente. La navaja de Tom, saca una porción de aquella sustancia, -Ala de mosca. Replico. Y  despacio pero sin pausa empezó a machacarla. Después de unos minutos en los cuales solo sé oía el golpeteo del metal sobre el cristal aparecieron de un golpe cuatro raya sobre la mesa.. - Primero las damas. A lo que las dos chicas  agarraron los canutillos que habían preparado y se metieron sin reparo la materia blanca por su nariz. El rubio y Tom hicieron lo mismo.--Otra?. Aun les goteaba la lagrima del ácido que te llega por directo al nervio óptico. En un momento tenían preparadas ocho rayas mas.- Para la nariz y para fumar. Repitieron la acción hasta bien entrada la madrugada. TOM había ido mezclando bebidas para que las muchachas perdieran  la inhibición lo antes posible pero parecía que el que estaba perdiendo la conciencia era el rubio. Suso José perdía en él vació, además de dirigir sus palabras al aire sin interlocutor aparente.  El estado del rubio había tocado fondo, solo le quedaba una posibilidad, vomitarlo todo, dejando a sus interlocutores y a toda la habitación con una capa de macarrones y beicon. Intento, llegar al baño, y claro que llego! Había el rastro preciso que delataba su situación. De rodillas delante del gran hermano, remato su visita. Las dos chicas aunque molestas, no se indignaron todo lo que merecía la situación, dándoles la oportunidad de marcharse. Cuando se fueron los dos hombres, el panorama de las dos amigas era que muy sucio. Cosa que no las desanimo y empezaron a limpiar el festival.

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